En otros boletines hemos recogido la preocupación por el
creciente número de adictos a opiáceos en los EEUU. En JAMA, Kolodny y Frieden proponen diez
iniciativas a tomar, de las cuales varias pasan por fomentar un uso de opiáceos
en la analgesia más prudente y restrictivo. Como contrapunto, en Redacción Médica, Eduardo Ortega recoge la valoración a
este respecto de diversos miembros de la Sociedad Española de Atención Primaria (Semergen), reclamando
evitar una “opiofobia”, que describen como muy común en el pasado, con el
fin de mejorar la calidad de vida de los pacientes mediante el uso de unos
fármacos que, según su punto de vista, son eficaces y seguros: “cualquier
médico de familia debe y puede manejar opioides si es lo mejor para el paciente”, aseveran, señalando que entre los
factores que han dado lugar a un incremento del empleo de estos medicamentos se
encuentra una “mayor formación de los profesionales y que estos opioides no tienen nada
que ver con los que manejábamos hace 20 años”.