En una entrevista
realizada por Diario Médico a las doctoras Mónica Kurtis e Isabel
Pareés, neurólogas especializadas en trastornos del movimiento, destacan la alta
prevalencia de los trastornos funcionales en la práctica diaria y el problema
que tienen estos pacientes, que una vez confirmado mediante
diferentes pruebas que no hay una explicación neuropatológica, se le remite al
psiquiatra en busca de un origen psicosomático, pero cuando este tampoco
identifica un trastorno psiquiátrico causal, el enfermo acabará entre las dos
especialidades, sin que ninguna pueda ayudarle.
En la última década ha aumentado el interés científico
y médico por estas alteraciones y eso ha supuesto un cambio en el enfoque de su
manejo y se ha pasado de una visión unidimensional puramente
psicológica del trastorno conversivo a una perspectiva
biopsicosocial.
Un
reflejo de este creciente interés es el cambio en la nomenclatura de estas
enfermedades. En el DSM-5 ya aparecen como "trastornos de síntomas
neurológicos funcionales", y la OMS en el borrador de su
próxima clasificación internacional de enfermedades ICD-11 las sitúa, además de
en el bloque de enfermedades psiquiátricas, en el apartado de las patologías
neurológicas.
"Psiquiatras y neurólogos podemos trabajar
juntos y adecuar el manejo atendiendo a las necesidades del paciente",
concluye Kurtis. "Es importante transmitir que hay esperanza para estos
enfermos: al crecer el interés en la comunidad científica, se empiezan a ver
frutos en el tratamiento y una mejoría en el pronóstico".
Fuente: Diario
Médico
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