Los
autores hacen una reflexión sobre el uso de la restricción
física en salud mental. Su uso suele ser en el manejo de situaciones
agudas, con el objetivo de recuperar un sentido de control. Se
justifica en razones de necesidad, racionalidad y proporcionalidad.
Sin embargo, la restricción mal hecha puede tener un impacto
contraterapéutico en el sentido de esperanza, oportunidad y control.
Debe
usarse cuando sea absolutamente necesario, en una emergencia, por el
menor tiempo posible y por los médicos que están entrenados en un
método de restricción aprobado. El desarrollo de una relación mas
productiva con el paciente puede tener más éxito.
Al
día de hoy la falta de evidencia científica no respalda la
prohibición efectiva de cualquier posición.
Consideran que el
verdadero desafío es garantizar, siempre que las intervenciones
restrictivas sean inevitables, que toda la gama completa de
intervenciones están disponibles en entornos clínicos que puedan
proporcionar una respuesta de crisis segura y efectiva. Estos
entornos clínicos debería contar con un equipo multidisciplinar,
capacitado en desescalada de agitación (con experiencia y
habilidades en el uso de tranquilización rápida y restricción
terapéutica), acceso a un área de cuidado adicional, acceso a una
habitación de aislamiento y la capacidad de acceder a diferentes
niveles de seguridad. Estos equipos podrán actuar con una filosofía
de cuidados claramente diferente a un entorno que tiene opciones
limitadas
Fuetne:
BrJPsych
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