Se
trata de una reflexión de Owen Spalding, enfermero del hospital de
Hellesdon en la ciudad inglesa de Norwich sobre la importancia de las decisiones
anticipadas en salud mental. Por su interés se presenta una traducción del
artículo:
Emma es ingresada en el hospital de forma involuntaria según
la Ley de Salud Mental. Parece que actualmente está experimentando un episodio
psicótico agudo. Mientras se encuentra en la sala, Emma, que tiene un historial
de traumas significativos, no quiere participar en un tratamiento
farmacológico. Ella no siente que está enferma y por lo tanto no ve el
beneficio de la medicación. El equipo médico discute si Emma debería ser
obligada a tomar su medicación; de hecho, su situación legal permite al médico
administrar medicamentos con o sin su consentimiento. En realidad, "sin su
consentimiento" significa a través del uso de la inyección intramuscular,
que sin duda requerirá el uso de medidas de contención. Esta será una
experiencia extremadamente angustiosa para Emma.
Dada su historia de trauma, se toma la decisión de no entrar
en un paradigma de prácticas restrictivas, ya que esto probablemente
retraumatice a Emma y haga que su estado mental se deteriore aún más. El
trabajo colaborativo significativo desarrolla una relación terapéutica y de
confianza. Emma recibe información sobre los diferentes tipos de medicamentos y
se analizan los beneficios y los efectos secundarios. Finalmente, Emma acepta
tomar medicamentos y, junto con el trabajo psicológico simultáneo, se recupera
lo suficiente como para dejar el hospital y continuar recibiendo apoyo en la
comunidad.
Esto no debería ser una situación extraña. Como
profesionales de la salud mental, debemos pensar profundamente en la ética de
nuestra toma de decisiones, y si las acciones que tomamos en situaciones como
la anterior reflejan realmente el mejor interés del paciente. Las prácticas
restrictivas se deben usar solo como último recurso, y cualquier decisión de
usar intervenciones coercitivas se debe sopesar de manera que refleje su
potencial de causar daño. Se debe alentar y mostrar respeto auténtico a las
opiniones de todos los involucrados en la atención, no solo del personal.
Deberíamos estar mostrando empatía y comprensión por las posibles consecuencias
de nuestras acciones y discutiendo formas en que podemos hacer las cosas mejor.
Escuchar las diferentes perspectivas y preguntar: “¿es esto lo éticamente
justo?” Debería ser fundamental para nuestro día a día, siempre teniendo en
cuenta que la autoridad legal no nos da total libertad para participar en
prácticas restrictivas.
Sin embargo, la evidencia sugiere que este no es el caso.
Algunos estudios muestran que alrededor de 1 de cada 5 mujeres ingresadas en
unidades de salud mental sufrieron restricción física.
¿Podemos realmente decir que, en todos estos casos, el uso
de la contención, la tranquilización rápida y otras intervenciones coercitivas
han sido sopesadas por el equipo y se ha considerado la opción éticamente
correcta y menos restrictiva, teniendo en cuenta la historia personal, valores
y deseos del paciente?
De hecho, el uso de prácticas restrictivas en pacientes ingresados
sin su consentimiento sigue siendo en su conjunto una preocupación grave, ya
que las malas experiencias de atención son comunes entre el testimonio de
quienes han estado hospitalizados involuntariamente. Si bien las prácticas
restrictivas y el tratamiento sin consentimiento a menudo se usan para mantener
la seguridad en el contexto de la valoración que los profesionales perciben del
riesgo de daño para sí mismo o para otros, no puede discutirse que tienen
enormes implicaciones para el sentimiento de seguridad, autoestima y autonomía
de la persona.
¿Cómo animamos y fomentamos una cultura de trabajo
colaborativo que conozca y reconozca los deseos del paciente mientras
mantenemos la idea de que puede que tengamos que actuar sin su consentimiento
en momentos de incapacidad?
Mucha discusión en torno a este tema se ha centrado en las
decisiones anticipadas. Las decisiones anticipadas permiten que las personas
que reciben atención médica puedan explicar cómo les gustaría recibir el tratamiento
en el futuro, en el caso que no se encuentran bien para expresar su opinión.
Estas decisiones anticipadas también pueden contener información explícita
sobre el tratamiento que la persona se negaría a recibir en momentos de
incapacidad.
En Inglaterra y Gales, si las decisiones se escriben y se
firman con testigos, la Ley de Capacidad Mental garantiza que su contenido es exigible
legalmente.
Sin embargo, en el caso de una persona retenida contra su
voluntad en virtud de la Ley de Salud Mental, cualquier contenido en su “carta”
de Decisiones Anticipadas en salud mental que esté relacionada con su problema
de salud mental, puede ser anulada (mientras que cualquier rechazo al
tratamiento que esté relacionado con un problema físico todavía se puede
cumplir).
El informe independiente provisional de la revisión de la
Ley de Salud Mental encontró que muchas personas sintieron que sus intentos de exponer
decisiones de tratamiento relacionadas con su enfermedad mental no recibieron
la atención adecuada. La dignidad de un paciente y el control sobre las
decisiones de tratamiento deberían ser universales, pero en la actualidad no
estamos proporcionando igualdad de condiciones en virtud de su condición de
salud mental.
Algunos sostienen que al tomar decisiones anticipadas exigibles
legalmente, existe el riesgo de que los pacientes no reciban la atención
adecuada. También hay preocupaciones acerca de cómo se debe cuidar a los
pacientes cuando están enfermos durante un episodio agudo y se niegan a recibir
tratamiento. No sería un paso hacia una atención más colaborativa y menos
coercitiva si, como en el caso de Sevels v Cameron, una decisión anticipada de
rechazar todos los medicamentos antipsicóticos resultara en 404 días de ingreso.
No podemos entrar en una situación en la que simplemente cambiemos una intervención
restrictiva por otra.
Sin embargo, esto parece ser una excepción a la regla, ya
que gran parte de la investigación muestra que muy pocos pacientes rechazan
todos los tratamientos. En cambio, parece que es mucho más probable que
rechacen algunos, pero que también indiquen lo que es preferible. Parece que
tomar decisiones anticipadas exigibles legalmente en virtud de la Ley de Salud
Mental podría ser un paso para alejarnos del paternalismo que tanto ha
arruinado nuestros servicios de salud mental. Debemos reconocer que, en la
actual Ley de Salud Mental, la coerción y la retención involuntaria se seguirán
utilizando, pero hay formas en que podemos mejorar la experiencia de las
personas que necesitan apoyo en salud mental y carecen de capacidad para
decidir. Debería ser nuestro deber proporcionar a los pacientes las
herramientas para que se puedan empoderar a sí mismos cuando están más indefensos.
En Escocia, donde las decisiones anticipadas están incluidas
en la legislación, muchos pacientes optan por no poner nada porque estas
decisiones todavía pueden ser anuladas por el equipo encargado de su
tratamiento. Debido a que la Red de Enfermeras de Salud Mental Crítica solicita
una discusión nacional sobre si las enfermeras de salud mental deberían poder
objetar el tratamiento forzoso a los pacientes, el alcance del debate continúa
creciendo. Si realmente queremos que los servicios de salud mental adopten un
enfoque de atención más colaborativo, debemos renunciar a parte de nuestro
poder legal y proporcionar, a las personas a las que se supone que estamos
ayudando, mayores garantías sobre lo que sí y lo que no va sucederles cuando no
se encuentren bien.
Fuente: Centre
for Mental Health
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